PERÚ
EL BORROSO RASTRO DE LA NAVEGACIÓN HISTÓRICA
少年心に焼きついた帆印)
Escribe Tetsuji IDA, del Kyodo News, Tokyo, Japan
La imagen de la vela que se quedó grabada en el corazón del niño…
“Por entonces, yo tenía 8 años. Apoyándome en la baranda que existía aquí, me quedé durante horas observando la pequeña balsa remolcada lentamente por un buque de la Armada, hasta que desapareció en el horizonte.”
Callao, ciudad naviera adyacente a la capital del Perú, Lima.
En la playa donde vuelan las gaviotas, Luis Siabala Valer (76 años) entrecierra los ojos por la nostalgia.
El 28 de abril del 1947, el niño Luis, quien adoraba los barcos, había pedido a su madre para levantarse temprano e ir de Lima al puerto del Callao. Ese día, una balsa zarpó de esas playas al Océano Pacífico, junto con sus seis tripulantes.
El líder de los tripulantes era Thor Heyerdahl (1914-2002) reconstruyó la balsa de los antiguos habitantes de Sudamérica, basándose en los registros de antiguos libros y utilizando únicamente los materiales que podía conseguirse en la época antigua, como la madera de balsa cuya característica es su liviandad y las sogas de fuerte cáñamo. La embarcación fue bautizada con el nombre Kon-Tiki, por el dios Sol del Imperio Incaico.
Hasta ahora, Luis recuerda claramente la imagen de aquel dios Sol dibujada en la gran vela.
Luis cuenta lo que recuerda sobre la balsa Kon-Tiki, en el mismo puerto y punto de partida, en 1947
El antropólogo noruego Heyerdahl y su esposa, recién casados, visitaron una pequeña isla del Océano Pacífico. En la isla, el científico se dio cuenta que el idioma y la cultura de los habitantes de la zona tenía mucho en común con la de los indígenas de Sudamérica. Por esta razón, Heyerdahl dedujo que los antiguos sudamericanos navegaron el océano, aprovechando la corriente, hasta la lejana Polinesia. Él sostenía que, como los sudamericanos de esa época no contaban con grandes embarcaciones, navegaron en balsas de madera. Esta teoría, que para muchos era demasiado extravagante, apenas fue tomada con seriedad. Sin embargo, Heyerdahl logró convencer y conseguir el apoyo a través del ejército estadounidense y el gobierno peruano; trasladar la madera de balsa, talada en la selva ecuatoriana, hasta el Callao; y, por último, reconstruirla en los astilleros de la Marina de Guerra, sin usar un solo clavo ni alambre, fiel a la crónica antigua.
Luis apunta una dirección y comienza a rememorar:
“La balsa zarpó más o menos, por aquella zona…”
“Me acuerdo que la pequeña embarcación se veía tan frágil cuando era tirada por un gran remolcador de la Armada; que muchas personas se reían diciendo “la soga se romperá y la balsa se desarmará… que aquello era un reto imposible”. Pero, yo tenía la certeza de que zarparía con éxito…”
Luego de 101 días de navegación, la Kon-Tiki, tal como previó Heyderdahl, llegó a una pequeña isla de la Polinesia distante 8,000 kilómetros del Callao.
Aun así, la teoría de Heyerdahl es negada por la mayoría de las investigaciones posteriores.
Sin embargo, el libro “La Expedición Kon-Tiki” ha sido un best-seller que fue traducido en 70 idiomas, y la película documental “Kon-Tiki” ganó el premio Oscar.
“La idea de que los indígenas de Sudamérica hubiesen poseído gran capacidad de navegación y llegaran hasta el sur de Océano Pacífico, fascinó a mucha gente. Hasta el Presidente de la República ordenó a la Armada dar pleno apoyo al emprendimiento de Heyerdahl”. Cuenta el director del Museo Naval, Contralmirante Fernando Casaretto (75 años), mientras muestra la foto que se tomó con el mismo Heyerdahl, posteriormente, con ocasión de otra expedición.
Sin embargo, actualmente, no hay nada que conmemore el zarpe de la Kon-Tiki en el puerto de Callao. Además, quedan pocas personas que vivieron aquel acontecimiento. El semblante de Luis, quien narraba entusiasta aquella historia de hace aproximadamente 70 años, de repente mostró algo de tristeza.
“La verdad es que en esta playa no hay a la vista panel alguno, o una placa conmemorativa en aquel muelle, que mencione los detalles y fecha del zarpe de la frágil nave. Ha pasado tanto tiempo y los intereses de las personas han cambiado. Así, aquella histórica partida está condenada al olvido…”
La edición del libro “La Expedición Kon-Tiki”, que había sido best seller en el Perú, también se agotó hace mucho tiempo.
La balsa en plena construcción, en el puerto de Callao (Fotografía del Instituto de Estudios Marítimos del Perú, ofrecido por el comandante Fernando Rubio)
Itinerario y derrota de la balsa publicadas en Japón
Actualmente, aquella balsa que realizó la histórica navegación, se encuentra en el “Museo Kon-Tiki” situado en un suburbio de la ciudad de Oslo, la capital de Noruega, país natal de Heyerdahl. El Dios Sol, dibujado en la gran vela, mantiene una mirada serena en la sala de exposición, con iluminación de baja intensidad que crea un ambiente misterioso.
El ex director del museo Thor Heyerdahl (76 años) quien es el primogénito del antropólogo Heyerdahl, tenía 8 años de edad, cuando zarpó la Kon-Tiki. La misma edad que tenía Luis, el testigo del zarpe.
“Como mi madre estaba tan convencida de que mi padre nunca perdería su vida en el mar, yo también no dudaba que la expedición se llevaría cabo con éxito.” comenta, con el mismo tono que Luis.
Según Thor, lo que su padre más detestaba era ser considerado como “explorador”. Recuerda que cada vez que finalizaba una navegación, su padre siempre se sentaba a escribir un gran volumen de textos.
“Mi padre era verdadero hombre de ciencia. Hoy en día, hay pocos científicos como él que tienen el coraje de comprobar sus teorías a costa de todo. Percibo que, en medio de la abundancia de Internet, de las películas de ciencia ficción y los aparatos electrónicos, etc, la gente está perdiendo interés hacia el mundo real. ”
Thor Heyerdahl Jr. En Oslo
Desde el año pasado, conmemorando los 100 años del nacimiento de su padre, Thor empezó a visitar varios países para trasmitir a los niños y jóvenes del mundo el pensamiento de su padre y el legado de Kon-Tiki.
“Apaguemos los televisores y las computadoras. Miremos la naturaleza de nuestro alrededor y el mundo exterior. Allí, aun hay mucho que no conocemos y tantas fronteras por descubrir.”
La balsa Kon Tiki en el Museo Kon Tiki en Oslo. Aun conserva su vela con la imagen del Dios Sol
Nota del autor (señor Tetsuji Ida)
|